martes, 15 de marzo de 2022

Dirigida a Akasha Comunidad / Cartas de los Lectores

 


 Estimados miembros de Akasha Comunidad:

De niña disfruté mucho las historietas de Snoopy. Me fascinaba ese perro creativo (a veces un poco testarudo), que interactuaba con personajes que, ahora lo comprendo, representan neurosis varias, tristemente comunes del humano. Más allá de la caricatura en sí misma, la imagen de Linus con su frazada-cubrebocas es muy fuerte. Lo digo porque durante estos dos años, como humanidad, hemos presenciado muchas cosas que hubieran parecido imposibles.

 Por diversos motivos ha habido, al menos por muchos, aceptación obediente de arbitrariedades e imposiciones en aras de 'ser solidarios'. Muchos han aceptado estas medidas sin cuestionar demasiado (o nada) qué significa ser solidario, con quién se está siendo solidario y, mucho menos, si lo que se pide tiene una base sólida que lo justifique. Algunas cosas son de sentido común, por supuesto, y hay que reconocerlo. 

Por ejemplo, si alguien se siente enfermo y tiene síntomas de un resfriado, evitar estar en contacto estrecho con otros es sensato y solidario (nunca es algo lindo que te estornude o tose encima alguien que tiene un catarro o una gripe). Esa acción se ajusta al conocimiento sobre la transmisión de virus y bacterias respiratorias entre humanos, y es solidario para con otros por evitar que se enfermen (pero hacer ese aislamiento y cuarentena de gente que no está enferma, que no tiene síntoma alguno y que no tiene virus replicando, no es sensato ni solidario). 

Mantener higiene de manos es sensato (aunque hace dos siglos, los médicos no creían que lo era, y el establishment médico-científico declaró loco al Dr. Ignaz Semmelwiess por la osadía de decir que era importante lavarse las manos antes de asistir un parto. Ahora es vox populi y universalmente aceptada la higiene de manos, pero no siempre fue así). También, la higiene de manos, puede ayudar a evitar la transmisión de patógenos que usan la vía fecal-oral para transmitirse, así como la de algunos patógenos respiratorios. 

Claro, hacer dicha limpieza ("sanitización" dirían los inventores de la palabra en franco desaire a la lengua de Cervantes; https://www.rae.es/observatorio-de-palabras/sanitizar) de las manos de manera obsesiva no es sensato, no juega un papel epidemiológico relevante para COVID-19, ni ayuda al mantenimiento saludable de nuestra piel y a la estabilidad de nuestro microbioma dérmico, tan importante para nuestra salud (vean: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33688633/). 

Les pongo como ejemplo esta publicación (https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33620073/) en la que reportan el caso de un niño de 3 años que desarrolló eritema palmar por la obsesividad de sus padres en utilizar desinfectantes tópicos en el marco de su miedo al COVID. 

Muchas cosas que se nos ha pedido, exigido u obligado a hacer no tienen sentido, no se basan en ciencia, y no cumple ninguna función real en materia de salud pública ni en epidemiología. Su función es otra y desgraciadamente para muchos, luego de dos años de un incesante bombardeo-mediático-

estimulador-del-miedo, cumplen ahora una función psicológica análoga a la frazada de Linus. Me pregunto si la humanidad tiene ganas de crecer y madurar, de dejar de creer que requiere una frazada, si quiere dejar de tener miedo a los monstruos que nos han dicho que esperan agazapados bajo la cama. 
 
No es una pregunta retórica. De no hacerlo - de seguir necesitando frazadas, será muy fácil en cualquier evento futuro seguir cediendo nuestro derecho a cuestionar, entregando libertad a cambio de la percepción de seguridad. Si, en cambio, decidimos crecer, será más difícil que se nos impongan arbitrariedades en el futuro.

Espero que estén bien y que tengan un día inspirador, 
 
Karina AW

 

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