MADRID.- Una agricultura social y ambientalmente sostenible puede llegar a evitar la emisión de 6.000 millones de toneladas de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera, generadores del cambio climático, según las conclusiones del informe 'Agricultura y cambio climático: impactos climáticos de la agricultura y potencial de mitigación'.
Esta cantidad constituye la práctica totalidad de las emisiones directas generadas por la agricultura, unas 6.100 millones toneladas, provenientes de la emisión de dióxido carbono y oxido nitroso, el uso de fertilizantes, el metano que genera la ganadería y el movimiento de transporte dentro de las fincas, según explicó el responsable de Agricultura de la ONG, Juan Felipe Carrasco.
En conjunto, el modelo agrícola actual, sumando efectos colaterales como la deforestación, representa entre un 17 y un 32 por ciento del total de GEI emitidos por el ser humano (un mínimo de 8.500 y un máximo de 16.500 millones de toneladas), por lo que su transformación permitiría reducir entre un 70 y un 36,3 por ciento de las emisiones procedentes de esta actividad.
Entre las mejores prácticas, la gestión sostenible de la finca agrícola (no dejar el suelo descubierto, utilizar cantidades exactas de abono en el momento y el lugar exacto, no quemar cosechas y reducir el arado) supondría dejar de emitir 1.450 millones de toneladas de GEI; un cambio en el modelo ganadero, reduciendo la presión del pastoreo, significaría 1.350 millones menos de emisiones; y sustituir el actual sistema de drenaje del suelo, evitaría 2.000 millones.
Además, la reducción en el consumo de carne tiene un potencial "enorme". "La conversión de bosques para la agricultura y las cosechas de soja que alimentan al ganado, genera 6.000 millones de toneladas de CO2 --explicó Carrasco--. Si redujéramos a nivel mundial el consumo a la mitad, también se ahorrarían la mitad de las emisiones".
El informe, escrito por el profesor de la Universidad de Aberdeen y miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) Pete Smith, recuerda que la agricultura industrial se basa en un uso intensivo de químicos que degradan el suelo y destruyen los recursos que son fundamentales para la fijación de carbono, como los bosques y el resto de ecosistemas.
Las mayores emisiones directas de la agricultura se deben al sobre-uso de fertilizantes, a la destrucción de ecosistemas para obtención de nuevas tierras, a la degradación de los suelos y al modelo de ganadería intensiva. Carrasco subrayó que un cambio en el modelo permitiría que la agricultura pasase de producir CO2 a ser un fijador de carbono (como los bosques), favoreciendo la reducción de emisiones.
"El impacto ambiental de la producción agraria ha alcanzado unos niveles críticos --apuntó--. Los gobiernos deben actuar urgentemente para implantar una agricultura y una ganadería modernas que se relacionen con la naturaleza y con la gente, y abandonar un modelo que va contra ellos".
Así, instó al Ejecutivo español a alejarse del modelo agrario basado en pesticidas, fertilizantes, transgénicos y consumo masivo de agua y petróleo para abrazar una realidad más lógica y sostenible ambiental y socialmente.- (Agencias)
Esta cantidad constituye la práctica totalidad de las emisiones directas generadas por la agricultura, unas 6.100 millones toneladas, provenientes de la emisión de dióxido carbono y oxido nitroso, el uso de fertilizantes, el metano que genera la ganadería y el movimiento de transporte dentro de las fincas, según explicó el responsable de Agricultura de la ONG, Juan Felipe Carrasco.
En conjunto, el modelo agrícola actual, sumando efectos colaterales como la deforestación, representa entre un 17 y un 32 por ciento del total de GEI emitidos por el ser humano (un mínimo de 8.500 y un máximo de 16.500 millones de toneladas), por lo que su transformación permitiría reducir entre un 70 y un 36,3 por ciento de las emisiones procedentes de esta actividad.
Entre las mejores prácticas, la gestión sostenible de la finca agrícola (no dejar el suelo descubierto, utilizar cantidades exactas de abono en el momento y el lugar exacto, no quemar cosechas y reducir el arado) supondría dejar de emitir 1.450 millones de toneladas de GEI; un cambio en el modelo ganadero, reduciendo la presión del pastoreo, significaría 1.350 millones menos de emisiones; y sustituir el actual sistema de drenaje del suelo, evitaría 2.000 millones.
Además, la reducción en el consumo de carne tiene un potencial "enorme". "La conversión de bosques para la agricultura y las cosechas de soja que alimentan al ganado, genera 6.000 millones de toneladas de CO2 --explicó Carrasco--. Si redujéramos a nivel mundial el consumo a la mitad, también se ahorrarían la mitad de las emisiones".
El informe, escrito por el profesor de la Universidad de Aberdeen y miembro del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) Pete Smith, recuerda que la agricultura industrial se basa en un uso intensivo de químicos que degradan el suelo y destruyen los recursos que son fundamentales para la fijación de carbono, como los bosques y el resto de ecosistemas.
Las mayores emisiones directas de la agricultura se deben al sobre-uso de fertilizantes, a la destrucción de ecosistemas para obtención de nuevas tierras, a la degradación de los suelos y al modelo de ganadería intensiva. Carrasco subrayó que un cambio en el modelo permitiría que la agricultura pasase de producir CO2 a ser un fijador de carbono (como los bosques), favoreciendo la reducción de emisiones.
"El impacto ambiental de la producción agraria ha alcanzado unos niveles críticos --apuntó--. Los gobiernos deben actuar urgentemente para implantar una agricultura y una ganadería modernas que se relacionen con la naturaleza y con la gente, y abandonar un modelo que va contra ellos".
Así, instó al Ejecutivo español a alejarse del modelo agrario basado en pesticidas, fertilizantes, transgénicos y consumo masivo de agua y petróleo para abrazar una realidad más lógica y sostenible ambiental y socialmente.- (Agencias)
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