domingo, 6 de febrero de 2011

Alarte suma otro desdén al PP / J.J. Pérez Benlloch

En una de sus descripciones de la democracia, Winston Churchill decía que ésta consiste en doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás. El presidente Francisco Camps, a pesar de sus juveniles querencias liberales, parece ignorar o no compartir el criterio del eminente político inglés. 

Nuestro dirigente pertenece a la casta innumerable de los gobernantes que, al pairo de la hegemonía partidaria, no dan el brazo a torcer y ni agua al adversario. Tanto más cuando, en este caso, el electorado que le ha venido avalando y cuyo respaldo se le pronostica ampara tan fatuo desdén hacia sus discrepantes. Ni el talante personal ni la necesidad le conminan, pues, a dialogar y transigir con sus oponentes. Tanto más cuando se arriesga a que le mortifiquen a raíz de sus propias desventuras judiciales y los escándalos que se han prodigado en su partido.

Por otra parte, estamos ya en los prolegómenos de la campaña electoral y el PP no está para ruidos que le distraigan. Antes del 20 de marzo -fecha límite para la publicidad de actos que puedan confundirse con la propaganda- se han de exprimir las posibilidades que le otorga la Generalitat para difundir los méritos reales o aparentes de este gobierno. 

Las consejerías ya han -o están en ello- organizado las habituales "tormenta de ideas" para movilizar al votante transmitiéndole las bondades y eficiencias de esta legislatura y, obviamente, las del presunto candidato, el molt honorable. Digamos de paso que resultará ciertamente curioso constatar asimismo los incumplimientos, fracasos, ocultamientos y despilfarros que han jalonado estos cuatro años de autocracia popular, tarea que, como es lógico, le incumbe a la oposición política y a cuantos observen la vida pública sin las anteojeras del fanatismo.

No obstante, estas elementales observaciones, el PSPV se obstina en tender puentes con el Consell y con su titular para abordar conjuntamente las -según dice- "necesarias y urgentes reformas de nuestra economía". Un propósito plausible, pero una iniciativa y, sobre todo, una insistencia que se nos antoja patética después de los plantones y evasivas con que los populares torean a los socialistas, reducidos al papel de mendicantes que buscan afanosamente una foto que los solemnice como parte negociadora de lo que no es sino una fantasía en este final de la legislatura. 

Arreglados van si esperan obtener en las urnas algún rendimiento de estos encuentros frustrados. Para completar la parodia, el intrépido Jorge Alarte, líder alternativo, se encomienda por carta a un cogollo de fuerzas vivas valencianas -patronales, universitarios, sindicalistas, financieros y etcétera- para delatarles la cerrazón y arrogancia de su huidizo interlocutor. También les subraya la gravedad de la crisis, lo que no deja de ser un recurso retórico que disfraza la queja.

A este respecto, más le valdría al mentado dirigente darnos noticia de sus propuestas y recetas para afrontar los problemas que nos acucian. Apostaríamos que a buena parte de su electorado actual y potencial le gustaría constatar que su programa no es meramente una simbiosis del de la derecha y que en puntos cruciales, como la privatización de los servicios y las coberturas sociales, es reconocible la impronta socialista, queremos decir de la izquierda posible. Pero, claro, también pudiera ser que ya no sean tales sus referentes ideológicos y que tampoco le importe sumar un desdén tras otro.


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