“Vemos como antiguas sedes de banco se convierten ahora en apartamentos en los que no hay ni cédula de habitabilidad ni salida de humos ni nada”, señala María José Broseta, presidenta de la Federación Asociaciones Vecinales de València.
Argumenta que estos locales se han ido “escampando por la ciudad como una gran mancha de aceite, sin que nos hayamos casi dado cuenta” y alerta de las problemáticas que eso está generando en distintos barrios de la ciudad. Y son numerosas las quejas que recibe la Federación por este tema, confirma Broseta.
Señala como hay ejemplos ya en Benimaclet, en el Cabanyal, en Russafa e incluso en Monteolivete, y “sin que nadie haya hecho nada”. Una realidad sobre la que pedirá actuaciones la Federación cuando se activen las comisiones bilaterales que acordaron mantener con el Ayuntamiento de València tras reunirse el pasado mes de junio con María José Catalá.
Confirman la tendencia desde la Asociación de Inmobiliarias de la Comunitat Valenciana (Asical), que recoge como esta modalidad se está dando sobre todo para alquiler turístico, porque es donde la ley dice que se pueden ubicar.
"Además no solo se está dando en el centro, sino que también pasa con mayor o menor intensidad en otros barrios de la ciudad", explican desde la asociación. La misma asociación alaba esta idea de transformar los bajos comerciales en residencias porque, consideran, sería "una forma de paliar la falta de oferta de vivienda residencial".
Mientras, la presidenta de la Federación de AA.VV. de València manifiesta que “actualmente hay alquileres elevadísimos de precio que están expulsando de sus barrios a jóvenes y también a mayores con pensiones exiguas para convertirlos en espacios turísticos (…) No todo vale por el turismo”.
Mientras, también Compromís-Sumar exigió al Gobierno que reduzca la entrada masiva de cruceros porque “asfixian las ciudades y suponen un peligro presente para el medioambiente”.
El diputado del grupo plurinacional Sumar del Congreso de los Diputados, Alberto Ibáñez, ha registrado una iniciativa para “empezar a asumir políticamente las externalidades negativas del turismo desde el feminismo, ecologismo y la equidad social”.
Ibáñez sostiene que “las ciudades con mayor tasa de turismo de masas son aquellas donde el precio de la vivienda es más caro, lo que obliga a expulsar a los vecinos de sus barrios”, por ello, “es necesario regular y controlar el precio de los apartamentos turísticos”.
Preguntada por La Vanguardia sobre esta cuestión, la presidenta de la
Federación de Asociaciones Vecinales de València mantiene una postura
crítica: “Creo que no es un turismo de calidad para esta ciudad”,
señaló.
No hay comentarios:
Publicar un comentario