miércoles, 31 de enero de 2024

El Arzobispado apercibió hace dos años al canónigo asesinado tras recibir quejas vecinales sobre personas que le visitaban


VALENCIA.- El Arzobispado de Valencia ha asegurado que «apercibió» hace dos años al canónigo emérito de la Catedral de Valencia cuyo cuerpo fue hallado sin vida la semana pasada en su domicilio, después de que los vecinos del mismo edificio, propiedad de la Archidiócesis, presentaran «quejas verbales» acerca de las personas que acudían al mismo.

En cualquier caso, en un comunicado emitido a última hora de este miércoles, ha asegurado que estas quejas «en ningún caso aludieron a hechos de la naturaleza que se narran» en los medios de comunicación y ha sostenido que desde entonces «jamás se volvió a recibir ningún tipo de queja».

Desde el Arzobispado han manifestado al respecto que confían «plenamente en la acción de la Justicia» y han insistido en que son «los más interesados en el pronto esclarecimiento de los hechos».

Sobre el procedimiento judicial abierto en relación al fallecimiento del canónigo, el Arzobispado ha explicado que planteó personarse en la causa como acusación particular, aunque asegura que el juzgado instructor lo rechazó al entender que la personación corresponde «únicamente a la familia directa», motivo por el cual «ha desistido» finalmente de su intención.

Además, la Archidiócesis ha añadido que considera otros motivos como «la confianza en la Justicia, suficientemente protegida por el ministerio fiscal», así como que los hechos de la investigación «narrados por los medios de comunicación se refieren a actos cuya responsabilidad pertenece personalmente al fallecido». 

Sobre «estos presuntos hechos», garantiza que «jamás tuvo conocimiento» de los mismos.

Paralelamente, desde el Arzobispado han remarcado que el secreto de sumario «no se ha levantado» y han indicado que no tienen «información oficial de las noticias que revelan los medios de comunicación».

En cualquier caso, «si lo publicado es verdadero», han manifestado el «profundo dolor» que producen «los hechos narrados», que son «manifiestamente contrarios a los compromisos de vida sacerdotal, asumidos libremente en el momento de la ordenación».

Por último, han transmitido su «pesar» por «el escándalo, el desconcierto y el dolor que causan a todos, y muy directamente a los fieles y especialmente a los miembros del presbiterio».

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