El motivo para organizar un convoy de cualquier categoría, desplazándose en una trayectoria concreta con un grupo igual, o con muchos de manifiesta categoría que, por respaldo material e ideológico, resuelvan unírsele a lo largo de su trayecto; secundando sus exigencias, respondiendo masivos con tal movilización a las arbitrariedades cometidas no solo contra los del convoy, sino contra millones de personas en contextos semejantes, en el reciente caso de los decididos camioneros canadienses, es fortalecer una extensiva fuerza de choque que exponga ante el mundo los legítimos puntos de vista laborales de miles de individuos.
Supuestamente, sin capacidad de reflexión. Sin importancia en el entramado socioeconómico de los Estados. Estos admirables camioneros, hacen cuanto no han hecho los intelectuales, filósofos, guías religiosos y todos aquellos en mora de conformar caravanas reales, o equivalentes, con las cuales exterioricen su capacidad de cohesión.
Respuestas masivas contra élites globócratas que en esta guerra fría global pretenden continuar con el nuevo holocausto, cuya arista más ominosa es el experimento de la p(l)andemia. Y sus derivaciones de escrutadas modalidades: terror mediático, inyecciones experimentales, carné de inmunidad y bozales.
En su libro La verdad de la pandemia, Cristina Martín Jiménez, denuncia: “La pandemia de la COVID-19 es una operación encubierta y secreta de guerra psicológica y biológica contra la población, en la que se enfrentan las élites globócratas (occidentales y asiáticos, sobre todo chinas) con los líderes antiglobalistas que no se adhieren a su nuevo orden mundial. Uno de los líderes visibles del Eje globócrata, es Bill Gates, que se ha puesto al frente de un consorcio de organismos mundialistas conformados por dirigentes de la OTAN, del Partido Comunista chino, de la ONU, de la OMS, de la OMT, de universidades y laboratorios de biotecnología y dinámicas sociales, de centros de defensa e inteligencia”.
Otro elemento de la caravana, presencia popular por carreteras y en los medios de información, es visibilizarse para confrontar políticas discriminantes y genocidas de las élites. En el caso de los camioneros canadienses, su histórica trayectoria reivindica las libertades que tales organismos están usurpándonos, mientras en medio de una inadmisible normopatía colectiva la población global obedece sus antisociales medidas.
Este Convoy de la libertad, adquiriendo características de movimiento y resistencia mundial, servirá de modelo e incentivo para otros que surgirán también contra la p(l)andemia en Norteamérica, en países de Europa y en Latinoamérica.
Las reacciones populares se acrecientan, propagándose proporcionales a las de la agresión de la cual el planeta ha sido víctima. Donde hay más de 8.000 millones de personas interconectadas en continua comunicación, no va a ser fácil manipularlas a todas, por más tácticas de ingeniería social o psicosis de información masiva que utilicen contra los pueblos.
(*) Ensayista y poeta colombiano
https://www.cronicadelquindio.com/opinion/opinion/elconvoy-de-la-libertad
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