PARÍS.- El nuevo ministro francés de Interior, Bruno Retailleau, quiere facilitar las expulsiones de extranjeros haciendo presión para que los países de origen los acepten, regularizar "con cuentagotas" a los que están en Francia y adelantar la aplicación del pacto europeo sobre inmigración y asilo.
"Queremos recuperar el control" de la inmigración, subraya Retailleau en una entrevista publicada este jueves en Le Parisien, en la que insiste en que se trata de "responder a la urgencia y a lo que piden los franceses" y que para eso tiene intención de poner en marcha una estrategia internacional, una europea y otra nacional.
En el terreno internacional, para facilitar las expulsiones de extranjeros delincuentes o sin papeles, afirma que "hay que utilizar todos los dispositivos para presionar a los países de origen" que tienen que dar su visto bueno, y es el elemento que ahora bloquea el proceso (menos del 10 % de las expulsiones dictadas por las autoridades francesas se materializan).
A ese respecto, dice que utilizará para negociar con esos países la concesión de visados, las ayudas al desarrollo y los aranceles que se aplican a sus productos.
También pretende recurrir a "países de tránsito" para expulsar allí a personas que no se pueden enviar a sus países de origen, como es el caso de Afganistán, porque las normas actuales impiden hacerlo a lugares donde correrían peligro.
En la Unión Europea, su acción se va a orientar a "revisar la directiva de retorno", que fija unas condiciones mínimas para las expulsiones en los 27 países miembros, por ejemplo en términos de protección legal de esos extranjeros o del periodo máximo que pueden pasar en los centros de retención.
También para "anticipar en seis meses" la aplicación del pacto sobre inmigración y asilo adoptado en mayo por el Parlamento Europeo de forma que entre en vigor "desde enero de 2026".
En el terreno interior, Retailleau anuncia que enviará en las próximas semanas a los prefectos (delegados del Gobierno) dos circulares, una de ellas para sustituir la que se conoce por el nombre del entonces titular socialista de Interior, Manuel Valls, que concretaba las condiciones de regularización de inmigrantes clandestinos.
El objetivo del actual ministro es restringir esas regularizaciones para hacerlo "a cuentagotas", y hacerlo únicamente "sobre la base de la realidad del trabajo y de ciertos criterios de integración.
Preguntado sobre el efecto negativo que tendría para la economía francesa la expulsión de sin papeles que están trabajando, su respuesta es que ahora ya hay medio millón de extranjeros legalmente en paro.
"¿Seguimos cerrando los ojos con el trabajo clandestino? Cuando hay personas que han venido de forma regular, que no han violado nuestras fronteras y están en paro, hay que ocuparse de ellos para formarlos y darles cualificación", señala Retailleau.
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