domingo, 15 de abril de 2018

La primavera aviva el botellón en Valencia


VALENCIA.- Vuelven las buenas temperaturas y con el calor amenaza con regresar un fenómeno que parece aletargarse en invierno pero que se recrudece en primavera: el botellón. Si bien es cierto que los grandes epicentros de las concentraciones ilegales como por ejemplo la Creu Coberta, Benimaclet, Honduras o plaza del Cedro o el barrio del Carmen, entre otros, no están exentos de las molestias derivadas del botellón durante todo el año, no lo es menos que cuando bajan los termómetros los jóvenes son menos proclives a beber en las calles (se pasan a los pisos, como bien saben en zonas como el barrio de San José, entre otros), se relata hoy en Las Provincias

El gran pistoletazo de salida para las concentraciones donde se consume alcohol lo dio este viernes el Festival de las Paellas Universitarias. Una marea humana de 24.000 personas duplicó el censo de la localidad de Moncada, donde se celebró, por un día. En este caso, un amplio dispositivo de seguridad y sanitario controló la fiesta, autorizada y organizada. 
Así, el verano trae de nuevo el botellón a casi toda la ciudad. Ningún barrio se libra de focos de varios tamaños donde se bebe en la calle. Las zonas más afectadas se repiten año tras año. 
Una de ellas es el barrio de Benimaclet. Se trata de una zona de Valencia donde uno de cada tres vecinos tiene menos de 30 años, y en concreto, un 17% tienen entre 15 y 29, las edades en las cuales más se bebe en la calle según la última Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (Edades) 2015-2016, elaborada por la Delegación del Gobierno del Plan Nacional sobre Drogas.
El portavoz de la Associació de Veïns de Benimaclet, Paco Guardeño, señala que a día de hoy «el botellón que padecíamos meses atrás está controlado». «No porque el personal se haya vuelto cívico de un día para otro, si no porque la presencia policial es diaria», añade Guardeño. El dirigente vecinal avanza que cuando esa presencia policial «se relaje», «mucho nos tememos en que el problema volverá». 
«La asociación de vecinos mantiene reuniones periódicas con las concejalías de Seguridad y Participación Ciudadana, para mantener candente el tema».
En una respuesta de la concejalía de Protección Ciudadana a preguntas del grupo municipal popular, la edil Anaïs Menguzzato dice que desde la Policía Local, «tras la reestructuración de unidades llevada a cabo, y más concretamente con la creación de la Unidad de Convivencia y Seguridad (UCOS), se ha dado una respuesta «directa y específica al fenómeno del botellón en la ciudad»; «el espectro de actuación de dicha unidad no sólo se atiene a la acción directa en la celebración de los botellones, sino que se realizan actuaciones integrales, tales como controles preventivos, vigilancia en zonas determinadas proclives a esta problemática, o en aquellas zonas detectadas como áreas de nueva proliferación de dicha actividad», indica la concejala. 
Menguzzato señala que el botellón «es un problema de difícil solución, se está actuando consiguiendo una disminución del hecho conflictivo». «No obstante puntualmente repunta alguna actuación que se atiende con todos los medios a nuestro alcance. Por último la preocupación del equipo de gobierno por dar una solución a todos los afectados nos obliga a seguir buscando fórmulas para la mejor resolución al fenómeno del botellón», asegura la concejala.

Temor en la Creu Coberta

Otro barrio donde pese a las promesas municipales siguen mirando con miedo la potencialidad de nuevos botellones es la Creu Coberta. «Estamos así todo el año. Lo que nos molesta es que las autoridades no hayan dado ninguna solución. En la oposición decían que iba a colaborar la Policía Nacional y no ha pasado nada», critica Rodolfo Izquierdo, presidente de la Asociación de Vecinos de la Cruz Cubierta. «Todos los fines de semana hay peleas, gritos...», lamenta Izquierdo.
«El barrio se ha convertido en el centro neurálgico del botellón, que se ha extendido a otras zonas como las plazas Holanda o Segovia, así como en cientos de pequeños fotos. El aparcamiento del cementerio también está lleno de botellón», explica Izquierdo, que asegura que la Policía Local sí acude cuando llaman, «pero tardan. Además, dicen que tienen problemas para denunciar a quien bebe en la calle por la ordenanza actual». El Consistorio está en proceso de modificar esa normativa municipal.
Lo cierto es que las múltiples medidas planteadas tanto por el Ayuntamiento de Valencia como por distintos agentes sociales de la ciudad no han surtido efecto contra el botellón. La más importante de ellas es la elaboración, junto a la Cátedra de Seguridad Ciudadana de la Universitat, de una nueva ordenanza que permite a la Policía Local multar a los jóvenes por exceso de ruido, lo que facilitaría las sanciones por el botellón. Sin embargo, como aseguró la misma Menguzzato, el Consistorio está a la espera de que la universidad termine de «redactar la propuesta de articulado».
Otras medidas tampoco han llegado a implantarse, como la del alcalde de noche, propuesta por el presidente de la Federación de Ocio, Turismo, Juego, Actividades Recreativas e Industrias Afines de la Comunidad Valenciana (Fotur), Víctor Pérez, que conoce de su funcionamiento en otras ciudades europeas. El Consistorio no ha dado ningún paso en este sentido.
El Ayuntamiento sí ha mejorado, de la mano de la concejala de Juventud, María Oliver, la oferta de ocio nocturno saludable que organiza el Consistorio, con más obras de teatro o entradas para el cine. Pero nada de eso ha surtido efecto, como la intención de la teniente de alcalde, Sandra Gómez, de que los locales vendan las copas más baratas para combatir el botellón, que en muchas ocasiones es practicado por jóvenes con bajo poder adquisitivo que, dicen, no pueden pagar las copas de los locales de ocio.
Incluso se ha llegado a hablar de un botellódromo, pero la idea no ha calado. Durante un tiempo, se trasladaron los grandes eventos con botellón a La Punta o al solar de Adif junto a la avenida de Francia, pero las molestias para los vecinos obligaron al Consistorio a buscar otra ubicación para estos festivales universitarios que llevan aparejado el botellón. La última alternativa propuesta es la Marina de València.
Tampoco el vallado de amplias zonas, como en Tarongers o en la plaza del Cedro, que llevó a cabo el PP ha servido para eliminar el fenómeno: únicamente lo ha disgregado por la ciudad.

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