jueves, 6 de noviembre de 2008

Los malos banqueros / Santiago Delgado

Ahora me acuerdo de Mario Conde, uno que quiso sacar los pies del tiesto, en el mundo de la banca, y los banqueros de siempre no le dejaron. Acabó en la trena. Ahora hay malos banqueros, que creyeron en la consigna: ‘expansionaos, expansionaos, malditos’, y concedieron créditos a todo quisque. Inflaron la burbuja. Si usted quería un préstamo, pues nada, se lo daban y le apuntaban tantos millones en su cuenta.

Pero no había billetes detrás. El inventor de la consigna fue un tal Alan Greenspan, que creía que si todos tenían préstamo sería mejor, y que el sistema se sostendría. Pero no. Y ahora, a los bancos les falta liquidez. Los cacos arrancabolsos no pueden argüir eso en su defensa. Los bancos sí. Y los estados se lo van a dar. Pero tampoco lo tienen. Lo van a descontar de muestros impuestos de los años venideros.

Y, claro, lo años venideros, a lo mejor, contemplan a otros políticos diferentes a estos que la comprometen. Y, entonces, para qué hacer elecciones. Lo lógicamente capitalista sería que a los malos banqueros se los comieran los buenos banqueros, y que desaparecieran. Amparar a los malos banqueros, los del grito de Greenspan es tergiversar las darwinianas leyes del mercado. Es santificar los errores de los incapacitados.

Y no sólo eso, sino que, además, esconden de la vergüenza pública a estos parvenus de la banca. Si fracasa el modelo de rescate económico, que no le echen la culpa al sistema. El sistema se pervierte ocultando a los negligentes, a los que daba créditos por valor de 10, cuando sólo tenían en caja 1. Esos deben desaparecer, tragados por los grandes. Eso no es ayudar al pequeño. También habrá algún grande podrido. Y, encima, ya digo, con opacidad y liquidez, o sea, con sinvergonzonería.

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