VALENCIA.- Dos extrabajadores de L'Oceanogràfic de
Valencia han trasladado a la ONG SOS Delfines casos de "dejadez" y de
"malas prácticas" en algunos animales, lo que les ha llevado a
"enfermar" o, incluso, "a la muerte", según ha advertido en un
comunicado esta entidad --que agrupa a diferentes asociaciones--.
Frente a esta versión, desde la Ciudad de las Artes y las Ciencias
(CACSA), el complejo donde se encuentra L'Oceanogràfic, han negado
cualquier tipo de maltrato a los animales y han asegurado que las instalaciones del centro cumplen
"todos" los requisitos de calidad. También han señalado que no van a
entrar "en este tipo de polémicas".
Estos dos exempleados del parque pusieron en conocimiento estos
hechos a SOS Delfines por separado, en diferentes momentos, según han
informado desde la entidad, pero han señalado que por
ahora descartan trasladar esta situación a la Guardia Civil o a los
juzgados.
Desde que tuvieron conocimiento de estos hechos, la entidad ha
informado de que se ha dirigido tanto a la dirección del parque como a
la Generalitat valenciana para informar sobre algunos de estos problemas
de bienestar, y ha recibido respuestas "poco satisfactorias" por parte
de la Administración.
Estos dos extrabajadores han denunciado, entre otros, el caso de
una morsa macho que, debido al estrés que le producía el escaso acceso a
la luz solar, "murió por la ingesta prolongada de piedras". También
advirtieron de que un delfín falleció "por comer la pintura que se
desprendía de las paredes de la piscina".
Otro de los "problemas", ha añadido la entidad, es que hay un
"exceso" de animales para el tamaño de la "pequeña" piscina. Como
ejemplo, ha indicado que el agua de los leones marinos "suele estar
turbia y con grandes cantidades de aluminio".
"Supuestamente, uno de los
leones chocaba frecuentemente con los buzos mientras limpiaban su
tanque", ha agregado.
Las mismas fuentes han señalado que a los delfines se les tiene
que hacer "dolorosas endoscopias periódicamente para sacarles del
estomago toda clase de objetos que se tragan. Incluso, en al menos una
ocasión, le extrajeron un teléfono móvil del estómago a un delfín".
También han advertido --en base a los relatos de los exempleados--
sobre casos de "ataques" a los buzos, así como el de la ballena beluga,
Kairo, "que no aceptaba su comida y los entrenadores rusos que
contrataron le sujetaban del espiráculo --órgano delicado, doloroso y
vital-- y si no aceptaba el pescado, repleto de toda clase de
medicamentos, recibía un puñetazo en el melón".
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